La meditación y la danza

Me inicié en la meditación hace mucho tiempo, en contacto con algunas disciplinas corporales como el yoga o el feldenkrais , buscando nuevas maneras de relacionarme con mi cuerpo: con más conciencia, eficacia y sin tanto desgaste físico.  No tenía claro que la meditación: este estado de atención a la situación presente también podía desarrollarse en algunas posturas o incluso en movimiento.

Supe que estaba meditando , cuando conocí  e inicié mi formación en la “práctica del movimiento para la danza” creada por el bailarín francés Hervé Diasnas.  Como parte de sus talleres que impartía fuera de la ciudad, nos sentábamos durante una hora en una banquita. La indicación era estar sentado tranquilo, sin esperar ni buscar nada.  A veces utilizábamos algunas referencias o anclas como contar la respiración y/o visualizar alguna zona del cuerpo como por ejemplo la columna.

De esa manera me acerqué a la meditación, y la hice un hábito en mi vida. 

Para meditar  busco un momento del día tranquilo, apago los teléfonos,  me siento en una posición cómoda, con la columna alineada y atiendo a mi respiración. Es muy difícil describir lo que sucede en una meditación  pero creo que básicamente te permite mirar, escuchar, aceptar, dejar pasar y permitir que la energía fluya libremente por tu cuerpo.

La tarea de no buscar un resultado, no arraigarse o anticiparse a un pensamiento es contínua. Sentarse a meditar ya es estar meditando, pase lo que pase.

Para un bailarín, con tantas ansias de moverse, el ejercicio de la meditación le devuelve a su danza el impulso justo, necesario para  cada momento de su baile.